miércoles, 27 de febrero de 2013

Necesidad de fortalecer la identidad nacional en los estudiantes del programa nacional de formación de educadores en el marco de la municipalización de la educación

RESUMEN


    La presente investigación tiene como objetivo fortalecer la Identidad nacional en los estudiantes del Programa Nacional de Formación de Educadores de la Misión Sucre, en la misma se utilizan procedimientos propios de diferentes modelos de investigación, por lo cual se sustenta en  el paradigma emergente por ser éste mas abierto, flexible, holístico y ecológico y exige de todos una transformación fundamental de nuestros pensamientos, de nuestras percepciones y valores, lleva consigo un cambio de mentalidad, una profunda modificación en la mayoría de las relaciones sociales y en las  diferentes formas de organización. En este orden de ideas, es importante mencionar que con el triunfo en Venezuela de la Revolución Bolivariana se viven cambios trascendentales en el campo social, económico, político, cultural, religioso y educativo este ultimo es considerado como el proceso fundamental, para alcanzar la justicia,  la paz y el bienestar del pueblo. Se realiza un recorrido histórico, en cuanto o la enseñanza-aprendizaje, a la caracterización del programa de educación y su encargo social, la participación del pueblo en el logro de la Identidad Nacional y la construcción de la nacionalidad. También se hace referencia al papel de las universidades, pues ellas deben tener como propósito la formación eficaz y eficiente de los estudiantes comenzando con preparación en el ámbito de la Identidad Nacional como herramienta para hacer frente a las amenazas de las grandes potencias del orbe. 

INTRODUCCION


  El mundo de hoy se mueve bajo un constante flujo de información basado en la transmisión de hechos que pueden llegar a los más diversos lugares de ese mundo.  .


 El dominio del poder  es la base de las naciones industrializadas para mantener sin frenos las ambiciones de control sobre los pueblos, sin importar las condiciones en que la mayor parte de la humanidad vive.  Ardes (2000) expresa que los nuevos mecanismos de dominación se basan principalmente en la tecnología, la informática, las comunicaciones a gran escala y la ruptura de los esquemas nacionalistas económicos, muchas veces encubiertos en los supuestos de democracia.    


 En tal sentido, el proceso de la posmodernidad como modelo cultural, económico, filosófico y social se ha fundamentado en la partición de las ideologías humanas, puntualizando que las mitologías y el mundo de los ideales han caído y que las sociedades deben caminar por un único sendero luminoso que le es impuesto desde las redes hegemónicas del poder mundial. Hecho que, naturalmente genera una sociedad cada vez más débil para contrarrestar los efectos de los referidos movimientos filosóficos en los grupos humanos tercermundistas.

    
 En otras palabras no se ha logrado la construcción de alternativas de respuestas en los escenarios educativos frente a la magnitud con que son anquilosados y planeados los impactos sociales desde los em porios industrializados.

    
 Ya en el siglo XXI, el valor económico es la base del crecimiento para muchos habitantes de la tierra, desdeñando las virtudes de los valores humanos y la importancia de la identidad propia de cada pueblo. Asimismo, el nuevo paradigma tecno-productivo, basado fundamentalmente en la sociedad del conocimiento y en los procesos telemáticos comunicacionales, parece que está contribuyendo al cambio voluntarioso de las reglas del pensamiento y de las formas de hacer las cosas.


 Marco que en lo estructural y en lo dinámico afecta a las organizaciones universitarias por ser éstas las instituciones académicas en las que recae en alto grado la responsabilidad, no sólo de formar los profesionales emprendedores sino además en las de constituirse en los centros productores de conocimientos a través de la investigación científica, tecnológica y humanista, que sea capaz de impactar favorablemente la problemática económica y social del país ( Buendía, 2001), al mismo tiempo en que los conocimientos pudieran ser fronteras dentro del mundo globalizado actual.


 En razón de esto, las universidades deben tener como uno de sus propósitos fundamentales la formación eficaz y eficiente de los estudiantes comenzando con la preparación en el ámbito de la identidad nacional como herramienta para hacer frente a los procesos que emanan los países industrializados y en especial las naciones imperialistas.

   
 Así el estudio del término Identidad Nacional expone una interacción e identificación del ciudadano con sus propias raíces socio-históricas, económicas y culturales, que básicamente se adquieren mediante el contacto del hombre con estas manifestaciones, a través de la participación en eventos de índole cultural o mediante la internalización cognitiva que se puede originar desde el seno educativo. De tal manera que la educación constituye un medio indispensable para alcanzar una verdadera eficiencia en este sentido. 

   Algunos autores como Ferreiro (2004) y Cañizales (2005) coinciden al señalar que es en la educación superior donde deben darse los primeros síntomas de la transformación y la revolución; por consiguiente en este ámbito deben suscitarse una serie de situaciones que permitirán una nueva praxis en la actuación del profesional ajustada a las necesidades e intereses del colectivo.

En este contexto, indudablemente cobra vigencia y relevancia la formación de los docentes quienes son los encargados de formar a los estudiantes en consonancia con los conceptos fundamentales de la nación, lo cual no es consecuencia de un trabajo improvisado sino organizado, planificado y articulado con las capacidades y características del espacio cultural.


 Visto así, es de pertinencia referir que la presente investigación se efectúa en el contexto del Programa Nacional de Formación de Educadores (P.N.F.E) de la Misión Sucre, entorno académico que se lleva a cabo mediante la atención y tutorías de un asesor académico que siguiendo las líneas conceptuales expuestas en los Básicos Curriculares debe formar a los discentes en profesionales consustanciados con su realidad social inmediata, capaces de reflexionar, valorar su idiosincrasia y en consiguiente mantenerla, defenderla y difundirla.


  Igualmente, el futuro educador es formado bajo un pensamiento humanista centrado en las necesidades del colectivo, por tanto es un servidor público y en consecuencia su actividad laboral debe responder a los intereses de la sociedad y la Patria.


 Tarea la anterior nada fácil, más aún si se considera tal y como expresa Romero (2000) "la tecnificación mundial ha sido utilizada para dominar, en vez de contribuir con el desarrollo de los pueblos para dominarlos y hacer de ellos títeres a cuesta del sufrimiento de la mayorías" (p.87). Pero a esto hay que sumarle que en muchos casos desde adentro de las naciones existe un desequilibrio y cooperación para que se impongan concepciones ajenas a los intereses nacionales, en algunos casos es consciente y en otros inconscientes.


 En la primera postura por lo general hay un interés particular e individual casi siempre ligado a lo económico, en el segundo el ciudadano actúa sin saber por que lo hace pero lo cierto es que su proceder es propio con la desvalorización de su identidad nacional.

   
 Ciertamente cuando se alude la problemática anterior no se puede dejar de lado un proceso que se ha vivido en América a partir de la colonización y llegada de los españoles en el año de 1492 y que se denomina transculturización  que a juicio de Pérez (1999) se caracteriza por la pérdida de una población de sus valores culturales y de la transformación y alienación de la identidad nacional.
 

 Básicamente esta situación se da por dos vías la violenta cuando un país en nombre de algunos supuestos invade otro e impone su cosmovisión, y el otro el que se ha impuesto en el siglo XX e inicios del XXI, el que se gesta por la vía de la tecnología, la industria y el comercio, los medios de comunicación de masas, el Internet, la informática y la micro genética.

   
 Aspectos que a pesar de, con el supuesto de mejorar la calidad de vida, incitan a la pérdida desproporcionada del pueblo de sus raíces de identificación social lo cual le convierte en un blanco fácil de atacar, controlar y dominar sin mayor esfuerzo porque los mismo ciudadanos contribuyen con tales fines debido a la ruptura de los nexos con su nación, la pérdida de valores referidos al amor, la solidaridad y cooperación para superar dificultades de distintas índole.
 

 Ahora bien, dentro de este marco de reflexiones en Venezuela con la llegada de la 
Revolución Bolivariana se viven cambios trascendentales en el campo social, económico, político, cultural, religioso y educativo, este último es considerado como el proceso fundamental para alcanzar la justicia y la paz, el bienestar del pueblo y el respeto a la dignidad de las personas, con la finalidad de desarrollar la personalidad de los ciudadanos y formar el potencial creativo de cada ser humano.


 En este sentido, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su artículo 102, expresa "la educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria.

   
 En consecuencia, se observa como el Estado venezolano asume la educación como una de las actividades fundamentales del desarrollo de la población, de tal manera que en la medida que se mejora este proceso también se beneficia toda la ciudadanía por lo cual se convierte en columna vertebral del crecimiento integral de la nación.

                                                      DESARROLLO


 Al considerar la formación como un acto colectivo y la ideología parte de este proceso, la educación tiene una función bien explícita de construir un marco reflexivo que vincule al sujeto con los elementos propios de su entorno de forma tal que los postulados socio-culturales no pueden estar exentos de las necesidades de las personas como seres integrales, cuyo desarrollo contribuya de manera efectiva a la formación de la identidad nacional y responda  de manera incondicional a los principios éticos de la República Bolivariana de Venezuela


 Para lograr que la educación realmente tenga un impacto social es vital contar con profesionales en la docencia que tengan un compromiso moral e ideológico con su profesión, que  conozcan no solamente la técnica sino que aprendan la forma de organizar y llevar a cabo una educación adecuada a los requerimientos de la sociedad.


 En tal sentido el Programa Nacional de Formación de Educadores(PNFE) pretende "fortalecer la sinergia institucional y la participación comunitaria, con el objetivo de fomentar una sociedad participativa donde se democraticen los saberes con pertinencia social y sentido de arraigo" (Ministerio del Poder Popular Para la educación superior 2006, p.6).


 Por consiguiente es necesario avanzar en la conformación de la nueva estructura social, articular la nueva estrategia comunicacional y construir un nuevo modelo democrático de participación popular.


 En un sentido básico el PNFE tiene como fundamento y encargo social incluir al contexto de preparación de maestros y maestras con una nueva concepción de la realidad histórica que vive el país adecuando las actividades pedagógicas a lo que los niños y niñas requieren para convertirse en seres socialmente útiles.


 Es en esencia, una organización dinámica para formar y desarrollar conocimientos a fin de que éstos estén al alcance de toda la sociedad invocando el espíritu humanista de las nuevas generaciones y así  contribuir eficientemente con la experiencia del saber colectivo ajustado a las condiciones que como venezolanos se desarrolla de manera conjunta a lo largo de la historia de la Patria venezolana.

De ahí que, en una organización como esta, deben quedar bien definidos los fines que se persiguen.  


 En consiguiente, los objetivos principales del PNFE son los siguientes:

  Formar un (a) educador Bolivariano (a), solidario, laborioso, honesto, justo, latinoamericanista, consiente de su papel transformador, que aplique en su labor profesional métodos científicos que le permitan interactuar con los educandos (as), la familia y la  comunidad en general, atendiendo la diversidad del ser humano y contextualizando el proceso formativo para lograr el nuevo republicano. 


 En consecuencia, la función más importante del docente en formación es alcanzar las  potencialidades que le permitan cumplir con su rol dentro de la sociedad como ente que coadyuva en la educación del pueblo y lo acerca a su acervo cultural e histórico con lo cual garantizará la permanencia en la sociedad de los principios fundamentales de la nacionalidad venezolana y latinoamericano.



 En este orden de ideas, es evidente el gran compromiso social que se persigue instalar en el contexto educativo, tratando de desaprender para alcanzar el conocimiento, velar por la formación en valores y  consolidar el pensamiento bolivariano en todas sus dimensiones, especialmente en lo referente al contexto humanista.


Para tales fines se apoya el PNFE en un modelo curricular que contempla tres planos:


·                     Plano teórico-conceptual, donde se encuentra el  conjunto de saberes y conocimientos: filosóficos, políticos, sociales, pedagógicos y científicos.


·                     Plano empírico-operativo, en el cual el estudiante en proceso de formación tiene contacto con realidades concretas de la escuela y la comunidad y se enfrenta a situaciones específicas de su acción formadora y formativa a las cuales responde.


·                     Plano de contraste, el cual le permite al estudiante llegar a la síntesis, producto de la confrontación entre la teoría y la práctica. Leal (2004)

Asimismo, los Componentes del Programa Nacional de Formación de Educadores se estructuran en cuatro elementos fundamentales descritos a continuación:


1.   Formación socio-cultural


2.   Formación pedagógica General


3.   Formación especializada para la Educación Bolivariana


4.   Vinculación Profesional Bolivariana


 Estos cuatro componentes marcan la línea estratégica de formación de los docentes en formación pues hace énfasis en el aprendizaje que se obtiene mediante la articulación de los factores y aportes teóricos-conceptuales con lo empírico, con base en los filosófico, social y psicopedagógico,  bajo una forma de pensamiento que se acerca a lo local, nacional, latinoamericano y caribeño que propicie la formación desde una perspectiva real y concreta en razón del contexto donde se desenvuelven los participantes para que contribuyan posteriormente en la formación de un nuevo republicano 
                                      

 En correspondencia con lo antes dicho, algunos estudiosos contemporáneos han hecho alusiones al tipo de educación necesaria en esta época y que forman parte de los postulados filosóficos de la Educación del Sistema Educativo Bolivariano, se ha consolidado como fundamento filosófico, político y pedagógico el Á rbol de las Tres Raíces como expresión del pensamiento robinsoniano, el que tiene plena vigencia en la educación venezolana, además bajo la concepción que se asume en esta investigación no se puede dejar de mencionar a Vygotski quien centró su teoría en la interpretación de los eventos particulares e individuales desde una perspectiva o explicación social, donde la vida mental debe ser concebida como expresión individual y subjetiva de la vida social.


 Por tanto, son múltiples los factores de incidencia en el proceso de formación de valores que se desarrolla en la universidad, de ahí que en esta investigación se le presta atención a uno de ellos, la necesidad del tratamiento que en el proceso de enseñanza-aprendizaje en el PNFE se necesita para contribuir a la formación del valor identidad nacional


  De igual forma, también se enfatiza que la formación del valor identidad nacional debe efectuarse bajo criterios de corresponsabilidad, perdurabilidad y pertinencia, cuyo factor esencial es el estudio constante, el compromiso docente, la cooperación de las comunidades y la eficiencia que desde la universidad se impulse a través de actividades pedagógicas efectivas consustanciadas con la realidad socio-cultural.


 En este sentido, en las diversas literaturas que abordan la teoría de los valores están presentes las dos corrientes principales que han prevalecido históricamente con relación a la naturaleza de los valores, la corriente objetivista y la subjetivista. Los representantes de cada una de ellas absolutizaron una de las dos posiciones sin percatarse, como sí lo han hecho los marxistas, de que para poder explicar la naturaleza de los valores es necesario tener en cuenta la dialéctica entre lo objetivo y lo sujeto.
 

 De allí pues, que la formación de valores es una prioridad del sistema educativo venezolano como parte de la preparación del hombre para la vida y necesidad del sujeto desde su nacimiento de los mismos para poder desarrollarse e insertarse coherentemente en cada una de las etapas por las que transita su vida en sociedad.

Por ello, se asume el criterio que en ese estrecho vínculo del futuro docente con el conocimiento histórico, sus experiencias vivenciales y los aportes socioculturales de la sociedad son contenidos que van contribuyendo a la formación del valor en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el mismo, de forma intencional, organizada y sistémica se dirige el proceso por los docentes y por tanto es indispensable potenciar vías que contribuyan a la formación y desarrollo específico del valor identidad nacional.


 Por consiguiente,  no  se pueden soslayar los postulados de Simón Rodríguez quien apuntaba la necesidad de mirar hacia lo propio con una frase que inducia su tipo de pensamiento "o inventamos o erramos", es decir el requerimiento de consolidar aspectos y valores cuyo epicentro fuese la realidad social venezolana que hoy día prevalece como uno de los axiomas fundamentales del quehacer educativo.  De allí que, cuando se trata de fines axiológicos hay que remontarse a las concepciones pedagógicas de pensadores venezolanos y latinoamericanos de diversas épocas cuyas concepciones estuvieron en la misma línea, tal es el caso de Prieto Figueroa con la educación para la vida, Bolívar, José Martí, otros.


 En dependencia de lo expuesto antes y como forma de asumir que la consolidación de valores se hace mediante la interacción de los hechos históricos y presentes vale traer a colación a González Rey (2005) quien en su concepción psicológica plantea que los valores se configuran mediante la experiencia de la persona concreta que está en formación y desarrollo, lo que está determinado por el sistema de relaciones que establece con sus coetáneos, su familia, el medio que lo rodea y por la naturaleza de las actividades que realice y el protagonismo que desempeñe en estas.


 Por su parte en el mismo orden crítico, la interpretación que da Vygotski(1979) a la relación entre desarrollo y aprendizaje permite evidenciar la raíz social que le atribuye al conocimiento humano y el gran  aporte que ha recibido la educación con su teoría sobre la "zona de desarrollo próximo", la cual concibe como "...la distancia entre el nivel de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel  de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución del mismo, bajo la guía de un guía o en colaboración con un par más capacitado"


 Con base a este planteamiento, se puede decir que el docente como mediador de  aprendizaje, y en un ambiente previamente planificado e intencionalmente organizado y en un contexto social puede generar progresos cognitivos en situaciones interactivas, es decir, compartiendo significados tendientes a proporcionar al estudiante puentes entre lo que conoce y lo que está por adquirir, aprender o aprehender, donde la formación de valores ocupa un lugar de significativa importancia y particularmente la formación de la identidad nacional como expresión de respuestas a los principios éticos de la República Bolivariana de Venezuela.


 Visto los argumentos dados, en los distintos escenarios educativos la formación de valores constituye una parte del proceso de socialización que se desarrolla en cualquier sociedad: familia, escuela, comunidad, sistema político, medios de difusión masiva y otros, con el objetivo de desarrollar el tipo de personalidad que reproduce dicho sistema social; considerando que la escuela desempeña un papel rector e integrador en la dirección del proceso global, de ahí la importancia que se le concede como uno de los escenarios que por su nivel de efectividad con que cumple la función educativa, de la formación de la identidad nacional, revelando las principales contradicciones y las distintas alternativas de carácter técnico, científico y metodológica para el perfeccionamiento de este importante elemento educativo.


 En consecuencia, al asumir que la formación de la identidad nacional posee un carácter dialéctico, existe la necesidad de tomar en consideración tres elementos claves, tal como lo señala Domínguez  (2004):


• Primero, una mayor información acompañada de argumentos sólidos creíbles y actualizados.


• Segundo, una mayor participación donde sean protagonistas directos de las diferentes tareas que tengan que acometer.


• Tercero, estructurar un sistema de estimulación encaminado a identificar, jerarquizar y estimular los logros y ejemplos positivos.


 En este sentido, García (1999) expresa que la formación de valores es en esencia un problema de la educación de la personalidad por lo que para ello se deben dar un conjunto de condiciones positivas, que así lo permitan, entre las que se encuentran:


• Tomar en cuenta las necesidades del sujeto que se educa.


• Respetar la dignidad de cada uno.


• Establecer relaciones con una adecuada comunicación.


• Promover la creatividad y sean protagonistas directos de su propia formación.


 En alusión al planteamiento dicho, la concepción prescrita aborda la problemática de los valores desde la posición de diferentes ciencias, en esencia, coinciden en un grupo de ideas que se consideran medulares en el proceso de formación de valores.

De modo que, la construcción del conocimiento, resultado de una experiencia de aprendizaje, no se transmite de una persona a otra de manera mecánica como si fuera un objeto, sino mediante operaciones mentales que se suceden durante la interacción del sujeto con el mundo material y social. 


 En esta interacción el conocimiento se construye primero por fuera, es decir, en la relación Inter-Psicológica, cuando se recibe la influencia de la cultura reflejada en toda la producción material (las herramientas,  los desarrollos científicos y tecnológicos) o simbólica (el  lenguaje, con los signos y símbolos) y en  segundo lugar de manera intrapsicológica, cuando se transforman las funciones psicológicas superiores, es decir, se produce la denominada internalización.


 Desde el punto de vista didáctico,  el maestro no necesita esperar que las estructuras cognitivas estén preparadas en su desarrollo para ofrecer las nuevas experiencias de aprendizaje, a partir de considerar las potencialidades de los estudiantes.  Lo nuevo debe ser cualitativa y cuantitativamente superior, a lo previo para que "obligue" al aprendiz a la superación cognitiva de forma continúa. Por tanto, la escuela y todos los procesos que en ella se desarrollan tienen que contribuir con sus métodos, metodologías, técnicas o procedimientos a la formación y desarrollo de la identidad nacional, donde el escenario de las actividades docentes juega un papel decisivo en logro de tan complejo fin. 

"Nada tan valioso ni tan sublime como pensar, sentir y vivir tu pueblo y tus raíces tan propias como lo son" (Jorge Arias1988)


 A lo largo de la historia del país, distintas generaciones se han esforzado por esbozar los más diversos y descabellados axiomas para pretender ilustrarnos sobre los males que nos aquejan.


 En este orden de ideas, fue Jauretche (2000) uno de los primeros que denunció por primera vez en forma sistemática esta estrategia catalogando con el término de referencia (zonceras) al conjunto de "... principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia... para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido...". El mismo planteó que la  "Civilización y Barbarie"; "el mal que aqueja a los pueblos latinoamericanos es la extensión"; "la libre navegación de los ríos"; donde la apoderación de las riquezas y manejo al antojo de todo cuanto les compone"; entre otras, se constituyeron en los instrumentos predilectos del coloniaje para estorbar la libre especulación de nuestros pueblos sobre su propio desarrollo.


 Con el transcurso del tiempo, a ese inventario de zonceras tan bien definidas por el viejo maestro, se le fueron incorporado otras vinculadas a precisas coyunturas, entre las que se destacan: "achicar el Estado es agrandar la Nación. Gran parte de estas herramientas, tienen como principal objetivo el de potenciar los mecanismos auto denigratorios a través de la exaltación de la fortaleza de "lo otro" y de la debilidad de "lo propio". De ahí que, al escuchar expresiones como esta: "...no se puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte", en los medios de radio difusión es una muestra que en los tiempos actuales esas mismas ideas están presentes en aquellos que no quieren el desarrollo y la prosperidad del pueblo venezolano, menospreciando las conquistas logradas con el advenimiento de la Revolución Bolivariana.
 

 No cabe duda que la promoción de estas zonceras ha constituido, en cierto sentido, un eficaz armamento para sostener los objetivos descriptos precedentemente.

Se destaca que en estas últimas décadas, teñidas tristemente por un intolerable tufillo economicista - eficientista, parte de esas zonceras han sido utilizadas para impedir el verdadero debate pendiente en nuestro país que se vincula con la cuestión de la identidad. 


  El vocablo identidad suele utilizarse usualmente para designar la relación existente entre dos o más realidades o conceptos que, siendo diferentes en ciertos aspectos, se asemejan en otros. Pero a la vez, suele echarse mano a dicho término para referirse a las propias cualidades que indican un "ser específico" o "modo de ser".

La identidad de cada ser humano se va configurando a partir de un proceso evolutivo de socialización-individualización en el que aspectos psico-fisiológicos, socio-culturales e históricos se co-determinan entre sí y, con un contexto ecológico y de interacciones de los componentes significativos del mundo único del individuo, por ejemplo: la familia.
 

 En tanto proceso histórico, la identidad nunca es "... integralmente definida ni definitiva..." (J.C.FILLOUX 2001)  es decir, va mutando con el devenir del tiempo y a la vez se consolida en sus aspectos distintivos.

Sobre esta cuestión, y más precisamente desde distintas corrientes de la psicología, se han ensayado diferentes planteos tales como los proporcionados entre otras por las escuelas Conductista, Culturalista, etcétera. 
 

 Ahora bien, cabe interrogarse si ciertos caracteres de este proceso identitario  que se desarrolla a nivel individual pueden transpolarse a nivel social y, de ser así, analizar la vinculación existente entre dicho proceso y el de la construcción de la nacionalidad.


 Dejando por sentado que algunos autores como Ramírez (1996), Sandoval (2000) descartan de plano todas aquellas teorías que vinculan necesariamente la constitución de la nacionalidad a una potente homogeneidad en los rasgos étnico- aciales (biológicos), tiendo a compartir la tesis que sostiene que "no hay nacionalidad sin identidad". La nacionalidad es un proceso de construcción en el que se encuentran involucrados conjuntos de seres humanos diversos que participan de un proceso identitario a partir de distintas expresiones de sentido de afinidad.


 El pasado común, los valores, la lengua, las costumbres, los códigos de conducta compartidos, la memoria de lo ocurrido y vivido son, entre otras, partes constitutivas de la identidad que es igualmente "...aquello que mantiene la memoria, el recuerdo, el pasado, las etapas de la infancia, de la adolescencia y de la edad actual, las expectativas y perspectivas del futuro..." (PEÑA, 1997) y en tanto, determinantes de la nacionalidad.


 Una de las premisas más promocionadas por los ambientes letrados vincula las frustraciones latinoamericanas a la heterogeneidad de origen, producto de las distintas corrientes migratorias que contribuyeron al asentamiento poblacional de esta parte del mundo.

 Sustentada en antiguas teorías elaboradas a la usanza de las necesidades político-estratégicas del "Viejo Mundo", la zoncera de referencia presupone la disfuncionalidad estructural de las sociedades multígenas



En la producción intelectual de la generación del ´80 subyace nítidamente esta tesis ya que su principales interlocutores planteaban un poblamiento inducido y selectivo para reemplazar el existente en estos países; hecho que, además, presuponía un claro racismo donde las "razas aptas" para el desarrollo capitalista debían sustituir a otras.


 La generación de discriminación fracasa en su emprendimiento, en primera instancia, porque no logra seducir a las "razas aptas" para incorporarse a la comunidad local y, en segunda instancia, porque intentan erigir una nueva nación mediante la supresión física y simbólica "del otro" criollo, mestizo, paisano o indio que se constituían en la mayoría las fuerzas vivas de pueblos.
 

 Ortiz (1997) observa con nitidez el fenómeno de la heterogeneidad, advirtiendo que en la amalgama de los aportes humanos que recibe la patria estaba cifrada la esperanza para Latinoamérica del futuro, porque así como "...el producto de procreaciones sucesivas de seres idénticos (monógenos) tiende a conformar a seres especializados en que las cualidades no fundamentales se relajan hasta desaparecer...", en las sociedades multígenas como la nuestra, "... el ser de orígenes plurales, tiene brechas abiertas hacia todos los horizontes de la comprensión tolerante" y "... que en cada dirección de la vida, hay un antecedente que le instruye en una benigna coparticipación de sentimientos. Nada de lo humano le es ajeno...".


 En un mundo cada vez más interrelacionado y en tanto más heterogéneo en términos biológicos, se ha determinado recientemente que los elementos de orden simbólico comienzan a convertirse en instrumentos de alto valor cohesivo.  Así, por ejemplo, suele sostenerse que la lengua es quizás la primera dimensión de la identidad étnica sobre todo en aquellas naciones sustentadas en relativa homogeneidad biológica; lo que indica en todos casos una alta pro-eficiencia de elementos como el idioma en el proceso identitario.


 En correspondencia con los planteamientos desarrollados a lo largo de la presentación, conviene destacar que la ponencia se encuentra enmarcada dentro de una investigación, para optar al titulo de Máster en Ciencias de la Educación, a través  Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, cuyo problema de investigación es: "¿Cómo fortalecer la Identidad Nacional en los estudiantes del Programa Nacional de Formación de Educadores.
  

                                                           CONCLUSIONES

   

  Una verdadera ética solidaria debe comprender todos los problemas que atañen a la formación del hombre como ciudadano y las peculiaridades de la imagen del maestro que es el encargado de cumplir el fin de la educación: lo patriótico, lo ecológico (amor a la Patria, la naturaleza, la comunidad) y en tener un pensamiento independiente, para que puedan por sí, lograr el conocimiento de forma tal que puedan resolver los problemas reales del país, educar a partir de la identidad nacional y la identidad latinoamericana una concepción ética del mundo que se traducen en una dirección de la vida.
 

 De ahí que, la educación venezolana dentro de sus objetivos primordiales en todos los niveles de enseñanza tiene la formación de valores y dentro de ellos los valores cívicos, patriotismo, identidad nacional, independencia, dignidad humana y solidaridad como elementos esenciales en la formación del personal docente para lograr que, a pesar del desarrollo científico técnico, la labor del maestro siga siendo insustituible y en el proceso de educación su modelo y ejemplo se acreciente cada día más  en el afianzamiento de la identidad nacional.

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